Corría el año 2012. La crisis económica derivada de la gran recesión hacía estragos en Europa. Las movilizaciones populares en España (15M y huelga general de marzo del 2012) y las violentas protestas en Grecia habían contagiado al conjunto del mundo occidental. Llegaron hasta el corazón del imperio: en Nueva York, la ciudadanía se manifestaba en Wall Street a través de Occupy. No había rastro de la ultraderecha en ninguna parte. Ni siquiera en Francia una primeriza Le Pen lograba pasar a segunda vuelta de las presidenciales

Vine a hablar con Yasser Abu Markhiya sobre los ataques a su casa en Hebrón, pero terminó tirado retorciéndose de dolor en el suelo del jardín de su casa después de recibir una patada en la ingle. Nuestras cámaras acababan de comenzar a grabar en su casa cuando todo comenzó. "¡Colonos con piedras atacando! ¡Colonos con piedras!", grita mi productor. Salimos corriendo con la familia palestina mientras dos jóvenes israelíes irrumpen en su jardín, seguidos por soldados. Uno de los colonos se dirige directamente hacia nosotros gritando a la familia

Este tipo de críticas se han revivido gracias al hiriente vídeo de Alex Jones, quien en su página ultraderecha Infowars afirmó y «dio pruebas» que Michelle Obama es hombre, un transgénero escondido por los medios. Esto puede parecer muy excéntrico, pero quienes han seguido la trayectoria de Jones podrán entender que ésta es una más de sus teorías conspiradoras bastante peculiares.

Allá donde llega la ultraderecha, hace todo lo posible (y lo imposible si es que es posible, que diría Rajoy) por convertirlo todo en un lodazal. No hay más que ver los medios de comunicación que están surgiendo, las redes sociales, las apps de mensajería y ahora los parlamentos.