El primer ministro británico ha anunciado una nueva subida de impuestos, en la segunda ronda de alzas en menos de un año, para paliar la falta de fondos del Sistema Nacional de Salud (NHS, en inglés) y los crecientes gastos del cuidado de mayores, en una decisión que llevará la presión fiscal a máximos de 70 años. Pero el impuesto que ha decidido subir -las cotizaciones sociales, que pagan los trabajadores y los empresarios- ha desatado fuertes críticas de la oposición, que ve una creciente brecha generacional entre los contribuyentes del país.