En el otoño de 2021 Libia es un Estado fallido, inseguro y violento, fracturado en duras divisiones geográficas, tribales y sectarias, con una gran presencia del islamismo radical y el yihadismo en su territorio. Diez años de guerra y conflicto no han sido suficientes para que el país haya logrado una mínima estabilidad. Las promesas democráticas de la Primavera Árabe no han fructificado ni de lejos en Libia.
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