En 2016 empezaron a observarse los primeros síntomas, en forma de corrosión y de fisuras en el hormigón. El Puerto encargó una inspección técnica al CEDEX, un centro de estudios de obras públicas dependiente del ministerio de Fomento, cuyo informe es concluyente: existe un “importante estado de fisuración”, “que de no remediarse derivará en un deterioro paulatino y acabará comprometiendo la seguridad y estabilidad del Dique de Levante”. De los 57 años de vida útil que se estimaron en el proyecto, solo ha cumplido 17.
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