Feijóo dijo moderación pero, tras siete meses en el cargo, no hay rastro de lo que sería su gran apuesta política para este país. Si ser moderado consistía en dejar de chillar en los mítines que Isabel la Católica era la más grande, más aún que Rocío Jurado –Pablo Casado, no te olvidamos– debería saber el líder gallego que no es suficiente. Que hablar sin gritar puede servir para hacer llevaderas las reuniones de una comunidad de vecinos, pero que dirigir un país requiere de algo más.
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