Alegra esa cara, hombre
-dicen, dándote una
palmadita en la espalda-,
hay que ser más optimista,
tú al menos puedes contarlo, ¿no?,
otros no tienen tanta suerte.
Y luego miran enseguida el reloj, y se van,
no vaya a ser que se lo cuentes.
Karmelo C. Iribarren