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Las malas compañías
Si Sánchez tuviera que pasar por el angustioso trance al que sometían en mis tiempos las visitas a los niños, cuando a falta de algo concreto que decirles les soltaban la consabida y ya esperada pregunta: “a quién quieres más, ¿a papá o a mamá?”, que llevaba incluida la respuesta correcta: “a los dos igual”, se vería contestado por la realidad de los hechos. Sánchez no quiere por igual.
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