Si habéis tenido discusiones sobre temas de actualidad en estos últimos tiempos (y si estais en menéame asumo que es así) os habréis dado cuenta que el debate ha caido en un momento en el que antes de discutir sobre los hechos hay que hablar sobre lo que son los hechos.
Se aprueba una ley, sale una noticia relacionada con la pandemia, un informe ecónomico. Y el debate no suele ser sobre las consecuencias de la noticia, sino en intentar centrar en lo que se está diciendo.
He leído mucho que hay un problema de comprensión lectora. Pero disiento. No hay un problema de comprensión lectora, porque para poder comprender un texto primero hay que tener la intención de querer entender lo que se nos está diciendo.
El problema es que desde hace años cada vez más personas tiende a opinar sobre los hechos y la realidad no en base a dichos hechos, sino en base a lo que opinamos sobre quien está detrás.
El ejemplo es obvio. Si la derecha dice algo, mucha gente de izquierdas intentará darle la vuelta para que lo dicho o hecho encaje con el prejuicio previo. Y al revés, si la izquierda dice algo, la gente de derechas le dará la vuelta.
Los que son anti UE tenderán a ignorar los hechos para buscar la interpretación peor de leyes y directivas, aunque los propios textos digan lo contrario. Al reves también. Esto se ha visto mucho durante el Brexit.
¿Qué ocurre? Que mucha gente directamente no tiene la intención de querer comprender lo que se dice, la gente quiere retocercer los hechos para que encajen con sus prejuicios. O lo que es aun peor, la gente retuerce los hechos para que encajen con lo que su lider de opinión de referencia le dice que piense. Aunque después todos nos auto engañemos con la idea de que pensamos por nosotros mismos.
Como puse hace unas semanas en una nota, el pensamiento mayoritario actual desde hace unos cuantos años es:
- Van a hacer esto.
- No, mira la ley, no pone eso.
- Eso será tu opinión.