Desde hace tiempo he notado que se tiende a pensar que la diferencia entre estos dos países es sólo relativo a lo que ganan, lo que comen y lo que llueve, cuando en realidad la diferencia está en que uno de ellos se comporta como una patria con sus ciudadanos y el otro como un patriarca de un núcleo chabolista. Voy al detalle.
Durante mis años de emigrante, he encontrado que lo hace grande a una nación es cómo trata a sus ciudadanos más pobres, cómo interactúa con su gente cuando la vida se le hace bola y no levanta cabeza.
He visto en mi país a mucha gente tocar fondo. Eran gente normal, como tú y como yo, asalariados con pareja e hijos, con hipoteca o alquiler, con pocos o ningún ahorro, porque se hace lo que se puede, y con la vida más frágil de lo que querríamos aceptar. Un día te quedas sin trabajo, y teniendo 53 años ya todo se hace más cuesta arriba, y se va aguantando hasta que todo, de pronto, se va a la mierda. Te ves con tu piso en subasta, con más deudas de lo que podrás pagar jamás y con tu familia rota, mitad en casa de sus tios, mitad viviendo con los suegros, y tú vagando por la ciudad y mendigando un trabajo que te devuelva la dignidad en forma de un salario.
Alemania jamás permite que ocurra eso, porque un alemán nunca toca fondo del todo. Cuando llega el punto en el que casi que se han quedado sin ahorros y siguen sin ingresos, el país pone en marcha el último escalón de su paquete de desempleo: el Bürgergeld (antes conocido como Arbeitslosengeld II o Harz IV).
Este paquete es un escudo, que se prolonga de forma indefinida, contra la pobreza extrema, el desahucio, y el abandono. El estado les paga el alquiler, seguro de salud, luz, calefacción, bono cultural, gran parte del bono de transporte y les da un dinero todos los meses. A cambio, sólo tienen que reciclarse con los cursos que les ofrecen, donde les recuperarán y les pondrán a trabajar de nuevo. Si no lo consiguen, no hay problema, porque esta ayuda es vitalicia y sólo parará si encuentran un empleo. Y no, no hace falta que coticen años para poder volverla a pedir, ya que es un derecho que tienen sólo por ser ciudadanos alemanes.
Si tienen hijos, te pagan sus excursiones, viajes de fin de curso, material escolar y absolutamente todo lo que el niño necesite, y todo de forma anónima, para que nadie sepa que están recibiendo esa ayuda.
Esta es la verdadera grandeza de un país: tratar con dignidad a quienes no tienen nada, ni siquiera esperanza de preservar su dignidad.
Alemania no te manda a 20 policías a sacarte de tu hogar con tu familia. Te dice: "Quédate y vamos a arreglar esto, cueste lo que cueste, tarde lo que tarde"
Eso es una nación de verdad, y no balcones con banderas.