¿Hacia dónde vamos?
¿Cómo es posible el olvido del pasado?
El pasotismo hacia todo aquello ajeno me avergüenza de ser humano.
Y entiendo sus porqués,
Se que el interés es timonel,
Mera lucha por el poder,
Continuar respirando, motor superior al mal y al bien.
No hay moral,
Jamás la habrá, al menos en este ámbito, claro está.
Esta realidad obedece a otras reglas,
Es cruda y amarga, culpa de la necedad.
Ya decían sabios que es fácil manipularlos,
Pensaron soluciones, pero erraron.
Pues estas consistían en otorgar el poder a seres humanos.
¿Qué más da si son sabios?
¿Qué más da el conocimiento sino hay virtud ni juicio recto?
Hoy no me vale el utilitarismo, hoy no me vale el balance perdida-beneficio.
Hoy grito, llanto mudo, hoy rabia rezumo.
Aun así, dicha.
A su pesar, y gracias a mí, alegría.
Pues se que son finitos mis días,
Que no hay nube que empañe mi omnipotencia divina.
Aun así, aspiro a la empatía,
Gracias a tus enseñanzas, madre mía; el dolor la acción posibilita.
Confió en la difusión de la verdad, o más bien tengo fe a la que no quiero dejar marchar.
Pero se que esta es parcial, parte de un mirar,
Perspectiva, imagen tras el cristal,
Aunque el asesinato de un hombre es real, única y demencial verdad.
Dirán que hay sensiblería,
Que es inútil oponerse a la inercia, yo digo: cobardía.
Dirán que ocurre en la lejanía,
Como si la interdependencia fuera una invención mía.
Dirán que no está en nuestras manos,
Lo está la acción, no el resultado.
Y en base a ello me levanto.
Trato de abrir los ojos y salir del rebaño,
No por vanidad, tan solo porqué es necesario.
¿Por qué es necesario que la gente sepa?
Porqué el saber es antídoto a la tristeza.
En este mágico mundo de mierda,
En este ambiguo mundo que posibilita mi existencia hay una de cal y una de arena,
Una ambivalente valencia.
El mañana no está escrito, el fatalismo justifica sus arbitrios.
El pensamiento contrafactual es cárcel y libertad.
Sobre él, el humano ha construido este paraíso infernal.
Una mirada ecuánime aporta serenidad,
La coherencia en el obrar y el no causar mal son mis guías:
No os dejaré marchar—clama orgullosa mi vanidad.
Esta misiva vuela, pacífica y etérea, en las ondas cibernéticas.
Por primera vez en mi vida comparto mi poesía; estamos condenados a entendernos.