¿Quién no recuerda aquel fenómeno cañí surgido en los albores de internet? Ese chaval que deslumbró al mundo técnico-industrial con sus comentarios de ingeniero de barrio. Aquel hombre que con un veterano Renault 9 era capaz de "comerse" al todopoderoso Kadett GSi de su cuñao. El mismo que consideraba el "Jundai" Coupé como un deportivo de altas prestaciones... Por todo eso... y por lo que viene a continuación: con vosotros la Canción del R9.

Hay a quien le encanta mientras que a otros les parece algo aberrante y celebra que su auge haya ido a menos. Nos referimos a la época tuning, aquellos años mágicos que vieron florecer una industria en toda Europa. Se podía ver casi cualquier coche transformado, con menor o mayor acierto, adoptando soluciones que muchas veces rayaban en lo absurdo. Ensanches imposibles, alerones donde menos te lo podías esperar y formas recargadas que acabaron por recibir el apodo de ‘tuning barroco’. El barroco fue una tendencia española.

Lucas Huxham creo un mini-documental el año pasado ofreciendo una mirada maravillosa dentro de esta subcultura, que ha florecido desde, las fuertes e ilegales bandas de motociclistas bosozoku llenas de jóvenes temerarios. Huxham logró acceder a un hombre llamado Morohoshi-san, quien lo invitó a rodar el cortometraje acerca de la banda y sus paseos en sus Lamborghinis personalizados.