Una vecina de la Lagoa da Antela se vio sorprendida por lo que se llama "una falange" de cigüeñas, mientras atendían la siembra de patatas es su finca, en el concello de Sandiás.

Cuando me soltaron de la cárcel por los cuarenta kilos de droga Me cogió otra vez la policía de al ladito de Almería Me cogieron con el Avia que llevaba cargado hasta las manillas De melones y de sandías, y de naranjas, pero estaban podridas Che, che, che, documentación Che, che, los papeles del camión Che, che, che, documentación Che, che, los papeles del camión Contrabando de sandías y de naranjas podridas Me cogió la policía de al ladito de Almería

En el año 932 el rey Arturo y sus caballeros reciben el encargo divino de partir en busca del Santo Grial. Para ello deben luchar contra enemigos muy diversos: malignos caballeros rivales, bestias sanguinarias, groseros soldados franceses fortificando un castillo en Inglaterra, brujas, adivinos mefistofélicos, Scotland Yard, y hasta un conejo asesino y carnívoro.

Los cuadros habían sido robados en el años 2012. La policía griega asegura que los cuadros han sido encontrados después de que un hombre de 49 años confesara el robo. Durante la presentación a los medios, el Picasso se ha deslizado del estante en el que estaba, cayendo al suelo, y ha sido recogido rápidamente por un policía, que no llevaba guantes. No parece que haya sufrido daños por la caída.

Entramos a cara descubierta: nos disponemos, más que a deshacernos en loas —alguna caerá— a argumentar por qué Dirty Dancing es, sin duda, una de las grandes películas de la historia. No es un ejercicio de nostalgia de tiempos en los que todo era más fácil: Dirty Dancing parecía caduca cuando se rodó y fue revolucionaria. Hoy, bajo esa falsa apariencia de caducidad acartonada, sigue gozando de una relevancia inextinguible. Sin sonrojo ninguno se lo decimos. Dirty Dancing nació, se rodó y ha madurado durante tres décadas como una incomprendida.

Fragmento de la película 'Los caballeros de la mesa cuadrada' (1975) de los Monty Python sobre los regímenes monarquicos.

Lo tradicional es terminarse las sandías a la tercera o cuarta campanada.