El inspector llegó como siempre, montado en un unicornio de 3 patas. Vestía sus atavíos reales para tratar con la aristocracia: una camiseta del Pryca (Edición mundial de 1936), una cresta mohicana rosa y un tatuaje en el brazo con un viejo refrán oriental en letras chinas: “Si hay camiones aparcados, se come bien”.

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"Por estas calles mezquinas tiene que andar un hombre que no es mezquino, que no está manchado ni tiene miedo. El detective de esa clase de relatos tiene que ser un hombre así. Él es el héroe; él lo es todo".

Las sombras de Londres perdieron parte de su profundidad con la irrupción del personaje de Sherlock Holmes. El genial detective consultor iluminó no solamente algunos de los grandes misterios de la urbe inglesa, sino que no dudó en extender su influencia por todo el orbe conocido. Pero curiosamente su mayor legado pueda haber sido el de dar el pistoletazo de salida para toda una pléyade de seguidores de mayor o menor importancia. Entre todos los rivales de Holmes, entre sus sombras, tiene su lugar Max Carrados, el detective de Enrest Bramah.

Para muchos, las mejores novelas para viajar y/o ir a la playa son las policíacas. No necesitan mucha concentración, son entretenidas (que para aburrirse ya tenemos todo el invierno) y suelen estar disponibles en edición de bolsillo (que las ediciones buenas pesan mucho y da penita llenarlas de arena). Y ahora que tenemos todo el mes de agosto por delante, es un buen momento para hacerse con una buena pila de libros sobre crímenes, detectives y misterios varios. Si no se te ocurre por donde tirar, puedes ir a por los clásicos del género...