Luciet Perot, de 69 años, y Olivier Boudin, de 38. Ambos mantenían una relación de padre e hijo y esa noche se homenajearon con una cena a base de vino, queso camembert, un asado y alubias enlatadas. Los investigadores no encontraron ningún signo de violencia ni había señales de que alguien hubiese entrado por la fuerza a la casa. La principal sospecha del caso pasó a ser la comida. En un primer momento, se pensó que la muerte había sido por las alubias enlatadas. La Policía creyó que se trataba de un caso de botulismo virulento... Pero no.