La historia que Ron Howad se trae entre manos no es tanto un viaje al corazón del mar de Melville como al de la Tinieblas de Conrad. Al horror… Y se nota su esfuerzo por imprimir carisma y suciedad a una aventura que debería apestar a sal, sudor, pescado… y sangre. Pero se queda a medio camino. Porque no se atreve a encarar de frente el mayor conflicto de la historia, esos días a la deriva en que los supervivientes destriparon y cortaron las extremidades de las víctimas del naufragio para comérselas y, cuando éstas se agotaron, echaron a suerte