“El sol no estaba durante la primera parte del confinamiento, que al principio fue como una novedad”, explica. “Me quedé en París en el apartamento de mi novia, y lo peor es que tenemos un pequeño balcón, y había un tío en el apartamento de arriba que no paraba de practicar con el saxofón todos los días a las cinco de la tarde, haciendo la peor versión del mundo de 'The Final Countdown'. Era como despertarse escuchando una escopeta, ¿sabes?”.