Bastantes mujeres olvidan que lo llevan puesto cuando se ven inmersas en un escarceo erótico. No hay nada más frustrante que cuando estás en pleno magreo, bajas tu mano a la entrepierna para deslizar tus dedos por las braguitas, esperando detectar unas formas deseadas, calientes y a ser posible depiladas al estilo brasileño, y te encuentras con algo uniforme y con tacto rígido como si fuera cartón, con reminiscencias del cinturón de castidad.