El 10 de junio de 1990, un drama aéreo se gestó en los cielos de Inglaterra después de que una descompresión explosiva sacudiera el vuelo 5390 de British Airways. Mientras el avión subía hacia la altitud de crucero en un vuelo a Málaga, el parabrisas de la cabina de mando explotó repentinamente, succionando al capitán parcialmente del avión. Mientras las azafatas se aferraban a sus piernas para salvar su vida, el único piloto que quedaba logró controlar la nave para un aterrizaje de emergencia, salvando las vidas de los 81 pasajeros.,