La principal prueba presentada contra Stefan C. L. ha sido el otograma, o huella de la oreja, admitida en España desde principios del siglo XXI. Estas huellas se producen por los restos de sudor o grasa que deja la piel en contacto con una superficie. Aunque no son perceptibles a simple vista, se pueden recuperar de forma simple con un revelado físico o químico, según explica el profesor del departamento de Criminalística de la Universidad Camilo José Cela Aitor Curiel en un trabajo académico.