Por gracia de Dios, nos abastecimos de las armas nucleares necesarias para pulverizar este execrable mundo infestado de incurables pecadores: ¡herederos de Satanás, encontrarán en el fuego su verdadera naturaleza! El presente sacrificio lleva en sí la más excelsa virtud, puesto que liberaremos a Dios de manchar sus nobles manos con nuestra innoble sangre. ¡Hermanos, nos aguarda una honorable resurrección entre los santos! Ahora me despido hacia donde la nave me dirija por las estrellas. Ciertamente quisiera llevarlos, pero...