"Sin importar cuántas veces perdiera, siempre estaba dispuesto a afrontar el desafío" dice Kitazakura. "Tenía un espíritu asombroso... Por la mañana siempre era el primero en levantarse, listo para entrenar". Los internautas han reaccionado [...] con un coro de otsukaresamas, así como: [...] "Es probable que no esté contento con su historial y seguro que ha sido duro para él, pero es indudable que hizo el mundo del sumo más interesante [...]", "en el deporte no se trata sólo de ganar. Si te tumban, te vuelves a levantar. Vivir es eso."

Los Ángeles en 1984 y Barcelona ocho años después demostraron que los Juegos Olímpicos podían ser una gallina de los huevos de oro. Ciudad tras ciudad, la experiencia ha sido otra.

Sin salir de agua tenemos otro curioso deporte, que se llamaría algo así como zambullida por distancia. Este estuvo tan solo en 1904 en los Juegos de San Luis y lo cierto es que es más que llamativo. El nadador tenía que zambullirse, sumergirse bajo el agua, y estarse quieto. No podía hacer ningún movimiento ni gesto que impulsara su movimiento una vez bajo el agua. Esto no cuadra con el objetivo de la prueba. Porque ganaba aquel que había recorrido mayor distancia sumergido. Recuerden, sin moverse. Tenían 60 segundos máximo de tiempo (...)

Situación para sonrojarse la vivida por Mateo Bustos, del Club Multiesport Benitatxell. A sólo unos metros de la línea de meta del Triatlón de Sagunto en primera posición, el deportista se tomó más tiempo de la cuenta en celebrar la victoria... de forma prematura. Mientras Bustos exteriorizaba su alegría por una victoria que tenía al alcance de la mano Germán Cister, del Club Triatlón TriCanet, hizo un último esfuerzo y terminó adelantando al primer clasificado como una auténtica exhalación.