Aproximadamente una vez cada dos meses alguien comparte en mi muro de facebook cualquiera de los cientos, millares, millones de artículos sobre portadas chungas de discos. A veces, junto a las ya conocidas y amadas por todos (con ‘Madre soy cristiano homosexual’ a la cabeza), suelen aparecer siempre una o dos nuevas, generalmente desde el este de Europa o la américa profunda esa que vota a Donald Trump. Pero lo normal es que estas colecciones se repitan más que una empanada de chorizo con ajo con reducción al Irn Bru.