El paso de los años nos hace redescubrir canciones y libros, citas que pasaron fugaces ante nuestros ojos, momentos que escondían puertas que no supimos ver. O quizás puede que todo sea una quimera y que el tiempo esté diseñado para eso mismo, para ofrecernos reflejos deformados de lo que un día fue. Alguien observa una actuación en 1980 y lo que ve, a los ojos de este (apenas un niño o un adolescente, no es más que un precario disfraz sin otro lenguaje que el humor, algo muy lejano al miedo), es al cantante, al que ya conocíamos.