Una asociación de taberneros ha pedido al Ministerio de Cultura francés un favor: que, a su vez, le pida a la Unesco la declaración de Patrimonio de la Humanidad para los bistrós de París. Los bistrós, para entendernos, son esos bares y cafés de aire entre antiguo y bohemio —encantadores, todo hay que decirlo, en algunos dan ganas de quedarse a vivir— que sirven platos más o menos tradicionales de la cocina francesa y bebidas más o menos alcohólicas sobre mostradores de zinc y mesas de madera o mármol en un ambiente de desenfado y buen vivir.