Japón es un país extraño, raro de cojones diría yo. Como poco es diametralmente opuesto a nuestra querida España. Hace poco una amiga volvió de vacaciones del país nipón y me comentó, entre risas, las excentricidades que ahí descubrió. Además de los restaurantes donde usted puede comerse el culo de una señorita, sepan que hay bares para acariciar gatos por horas, empresas que ofrecen a los más orgullosos alguien que presenta sus disculpas en su nombre (con llanto incluido, si así lo desea el cliente).