El programa de TVE Las cosas claras ha desencadenado, con apenas ocho meses de vida, una de las polémicas más enconadas de los últimos años. La primera fricción se produjo dentro del ente público por el encargo a una productora privada de un formato de actualidad y tertulia política, con evidentes tintes informativos. La segunda batalla se ha librado en el seno de los partidos y del propio consejo de administración de la corporación pública, que se han decantado de forma furibunda a favor y contra del espacio.

El odio del señor Winslow hacia el mítico Steve Urkel llegó a traspasar la pantalla. El actor ha asegurado que el reparto de la serie no le quería, y le presionaron tanto, que su padre tuvo que terminar interviniendo para que se respetara su trabajo. Además, ha revelado que esta habría sido la principal razón por la que decidió abandonar la serie tras su penúltima temporada, cuando aprovechando el cambio de cadena de la ABC a la CBS, rescindió su contrato.

Este lunes, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, acudía al plató de El progama de Ana Rosa después del terremoto político ocurrido la pasada semana tras la convocatoria de elecciones en la región madrileña y a lo largo de la charla, la candidata del Partido Popular quiso aclarar que el hecho de que le llamen fascista es “completamente normal”, está “totalmente OK” y, en definitiva, “significa que las cosas van bien”. Según ha dicho, “nada es mayor síntoma de normalidad que estar encerrada junto a Hitler y Eva Braun

El soborno o ‘coima’, como le dicen por allá, es un mal endémico de Argentina y no viene de ahora sino que arrastra siglos de tradición. Un arquitecto cabreado por las mordidas que tenía que pagar a los funcionarios coló de rondón un ‘monumento al soborno’ en su edificio más emblemático, nada menos que el Ministerio de Obras Públicas (hoy sede de los Ministerios de Salud y Desarrollo Social), de Buenos Aires, construido en 1925 y que en su día compitió en altura y majestuosidad con el Empire State de Nueva York.