La propina es un poco como el sobre en las bodas: no es obligatorio, pero queda feo no darlo. Al menos, así es en España. Esta pequeña cantidad de dinero está sujeta a una gran cantidad de convenciones sociales alrededor del mundo: en Suiza está fijada por ley, en Japón es un tabú, en México es la mayor parte del salario de los camareros y en Estados Unidos, aunque no es obligatoria, sí que viene sugerida en el ticket y es casi impensable que un comensal se marche sin pagarla.