A fin de animar su vida sexual, Pilar García, de Santander, le pidió hace una semana a su marido Rogelio Martín «jugar a los médicos», pensando que, de esta manera, recurriendo al llamado «roleplaying», podrían superar un pequeño bache sexual que atraviesan desde hace un tiempo. «Le dije que necesitaba una ‘inspección completa’ esperando que me diría que tenía que desnudarme y lo que me hizo fue un cribado telefónico y me dio hora para el próximo mayo a las once y media de la mañana, que tendré que pedir fiesta en el trabajo y todo para follar»

En un intento de animar su vida sexual, Ramón C., de 38 años, le pidió a su pareja Teresa M., de 39, que empezara a hablarle mal en pleno coito. “Háblame mal”, le dijo él, según ha podido saber la prensa. “¡Métemele!”, le habría contestado ella, usando un leísmo.

En los años 60, los Messenger hablaron con cada uno de los 350 habitantes y descubrieron que no sólo la educación sexual era inexistente, sino que sólo tres madres habían avisado a sus hijas de lo que les esperaba en la noche de bodas, y la mayoría prefería "dejar que la naturaleza siguiera su curso". Las relaciones sexuales descritas por los isleños eran siempre iniciadas por el marido y breves, sin preliminares, lo que puede explicar por qué las mujeres las consideran algo que hay que "soportar". El orgasmo femenino era desconocido.