Imaginar el chasquido de una buena serie de la HBO puede llegar a excitarme. Pensar que True Detective tendrá en su segunda temporada a Brad Pitt como protagonista me pone nervioso. Escuchar o sacar la conclusión tras leer entre líneas la noticia, de que será protagonista absoluto y que no contará con un buen partenaire me saca de quicio. Permitir que la pluma de Nic Pizzolatto no profese una nueva interacción de personalidades inauditas es como prohibir el porno en Internet.