Desde hace milenios, nuestras emociones están siendo manipuladas con mensajes que pretenden “enseñarnos” a amar y, al mismo tiempo, imponiendo tabúes en contra del odio. En cualquier caso, ¿qué animal humano sensato no sabe qué significa amar y qué significa odiar? ¿Acaso es necesario que alguien dicte cómo debe ser vivido el amor? ¿Y el odio? Todos los patrones que marquen cómo amar, mutilan la verdadera capacidad para amar, y lo mismo le ocurre a nuestra capacidad de odiar. ¿No resulta esta cuestión un tanto macabra y capciosa?