En 1887 comenzó en París la construcción de La Torre Eiffel, el icono parisino que fue creado para la décima edición de la Exposición Universal de 1889. La construcción de la mítica “Dama de Hierro” fue seguida con atención por el pequeño André Citroën, que por aquel entonces tenía nueve años y que amaba la arquitectura, puesto que representaba muchas cosas en las que creía: la fuerza humana sobre la materia, la tecnología al servicio de todos/as y las posibilidades casi infinitas de la ingeniería.