General Motors, en las dos últimas décadas, no ha sabido cómo gestionar la transición hacia otras opciones de movilidad. La primera generación de los Chevrolet Volt y Opel Ampera fueron un auténtico fracaso, pues a un precio elevado había que sumar una habitabilidad ridícula y una autonomía escasa. El lanzamiento comercial del nuevo Volt parecía haber solucionado el problema, pero con el tiempo se ha comprobado que no.
La manufactura del Volt se llevaba a cabo, hasta hace unos días, en Estados Unidos. Concretamente ha sido en la fábrica que tienen en Detroit-Hamtramck, aunque la continuidad de este centro está en el aire.