Pintaba maravillosamente, y más de 1.000 inversores privados anónimos decidieron apoyar la iniciativa recaudando una cantidad próxima a los 15 millones de euros mediante crowdfunding. Al final todo ha terminado tan rápido como empezó, y en menos de dos años una bancarrota se ha acabado el sueño de Skully. Un sueño de dos años entre bailarinas eróticas, coches caros y excesos personales.