Hace cinco años, Mark Horowitz parecía un poco escéptico respecto de los psicofármacos. Había estado tomando el popular antidepresivo Lexapro prácticamente todos los días durante 15 años. Cuando intentó dejar la medicación, sufrió ataques de pánico, alteraciones del sueño y una depresión tan debilitante que tuvo que regresar a la casa de sus padres en Australia, síntomas que, según él, fueron mucho peores que cualquier cosa que hubiera experimentado antes de tomar drogas.