La Ley de Moore, que ha constituido la base del diseño de chips durante casi medio siglo, establece que el número de transistores en un circuito integrado y, por tanto, también su capacidad de procesamiento se duplican cada dieciocho meses. Pero en un momento en el que se están alcanzando los límites físicos para el desarrollo de transistores de menor tamaño, la Ley de Moore parece haber encontrado la horma de su zapato.