El tigre de Tasmania tenía una mandíbula demasiado débil para derribar y matar a una oveja adulta. Este hallazgo, hecho por un equipo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia, pone en evidencia una injusticia ecológica: la persecución de una especie debido a un crimen que no pudo cometer. De hecho, su incapacidad para cazar presas grandes puede haber acelerado su desaparición. Aunque las causas exactas de su extinción todavía son debatidas se sabe que los colonos europeos de la isla pusieron precio a su cabeza y lo cazaron tenazmente