En mayo de 1984, se empezaron a escuchar voces extrañas en las instalaciones de San Diego de la Fundación Nacional de Mamíferos Marinos. Según comenta Sam Ridgway, presidente de la institución, desde las inmediaciones del estanque de los delfines y las ballenas llegaba un sonido parecido al de dos personas conversando a lo lejos, a demasiada distancia para entender qué decían. Un tiempo después, un buceador trabajando en el recinto de las ballenas escuchó una voz que le repetía: “Fuera, fuera"