Charlie Bird, un reputado fotógrafo de naturaleza, viajó hace unos meses a la Antártida para realizar un reportaje de los misterios de la vida de los habitantes del continente del frío. En una de sus aventuras fue a parar a una playa casi tan poblada como Benidorm, pero no de turistas esperando tomar la paella de las dos, sino de unos enormes elefantes marinos descansando con el oleaje del mar de fondo como banda sonora. Hasta ahí todo normal en un paraje como ese...