Las fuerzas de seguridad afganas han sido acorraladas en las sedes de Gobierno y seguridad que se encuentran en el centro de la localidad afgana de Marjah (sur del país), ahora bajo el control casi total de los talibán, ha avisado el jefe de Policía de la provincia de Helmand, Abdul Rahman Sarjang. La última ofensiva talibán en Marjah dura ya más de un mes. Los insurgentes han conseguido cortar parte de la ruta de suministros hacia la localidad de Lashkar Gah.

Mientras que las fuerzas de la OTAN se concentran en acabar con uno de los grandes bastianes de los talibanes en el sur de Afganistán, los habitantes de Marjah se quedan sin agua y alimentos. La escasez de víveres se está haciendo cada vez más pesada para las personas que no abandonaron sus hogares desde que comenzara la operación Moshtarak.

Las tropas de EEUU que rodean Marjah impiden la evacuación de civiles heridos, lo que provoca su muerte debido a la falta de atención médica adecuada. La denuncia procede del hospital Emergency en Lashkargah, que se encuentra sólo a 40 kilómetros del epicentro de la ofensiva aliada en marcha desde el viernes por la noche y desde donde se oye a lo lejos el fragor de la batalla: estallidos sordos de explosiones, ecos continuos de ráfagas de metralleta, ruidos de helicópteros y cazas que sobrevuelan sin cesar el lugar.

Las grandes ofensivas, como se comprobó el pasado verano, causan a su vez inestabilidad en las provincias vecinas a las que acuden los talibanes en busca de refugio. Como ocurría en la época de los rusos, los insurgentes afganos huyen del combate abierto y esperan a que la situación se estabilice para comenzar con sus tácticas de emboscadas, bombas en las carreteras y atentados suicidas que ya han causado 73 bajas desde el inicio de año entre las fuerzas de la OTAN, las cinco últimas en el primer día de esta ofensiva.