Sus películas despiertan fiebre entre sus admiradores en Japón, que acuden entusiastas a ver que es lo que les ha preparado el viejo maestro, de una manera similar a lo que ocurría en Estados Unidos en la década del cincuenta con el mismísimo Walt Disney. Y aunque ya ha acumulado suficiente dinero y respeto, además de dos nominaciones al Oscar (y una estatuilla), como para jubilarse cómodamente, este señor de 68 dueño de un humor seco y filoso nos sigue sorprendiendo con películas que asombran a todas las audiencias.