Reconocen que existen motivos suficientes para apoyarla, como la mala gestión de la administración, la exigua oferta de empleo público, el número de interinos y eventuales burlando el principio del mérito y capacidad, la excesiva externalización de servicios, y la no promulgación de normas básicas como el Estatuto de la Función Pública o del Directivo, la desprofesionalización de la Administración, la inacción frente al desprestigio generalizado de la función pública, o el inadecuado control del gasto público, además del mencionado recorte en l