Las reglas han tenido una función evolutiva a lo largo de la historia. Pero nuestra sociedad también está diseñada para limitar el grado de injerencia que podemos tener frente a reglas que sólo deberíamos seguir ciegamente. De hecho, la historia de la humanidad podría leerse como la tentativa de crear reglas para disminuir la incertidumbre frente a un entorno hostil y aumentar las posibilidades de supervivencia. Y tal vez el hecho de que a veces nos guste romper las reglas no sea sino una reacción evolutiva, paradójicamente, para sobrevivir.