El animal, llamado "Gran Hermano", vivía en la provincia sureña de Yunnan, en la frontera china con Myanmar, donde unos traficantes de elefantes comenzaron a alimentarlo con plátanos que contenían heroína para obligarlo a guiar a la manada al lugar donde pensaban venderla ilegalmente. La adicción llegó a ser tan fuerte que el elefante babeaba y rugía cuando no recibía su dosis de droga. Los traficantes consiguieron que dirigiera a la manada hasta el bosque donde pretendían vender a todos los animales, pero fueron detenidos por la Policía.