Llevamos un par de siglos dándole vueltas a la libertad de expresión frente a las instituciones y hemos llegado a unos grados de autonomía, irregulares y viciados, pero aceptables en ocasiones, donde la prensa y los medios de comunicación pueden criticar a la judicatura, al ejército, a la iglesia. Levemente por supuesto y según el principio hoy sagrado de la corrección política. Lo que aún no sabemos es dónde figuran los derechos de la ciudadanía frente a las grandes empresas, auténticas instituciones internacionales frente a las...