En septiembre de este año, los ingenieros de Boeing hicieron un test de stress al nuevo Boeing 777X, que ya debería estar en el mercado y que es competidor directo del Airbus 350. La prueba consiste en someter al avión a una determinada presión, como sucede con frecuencia en los vuelos reales, para saber si resistía. La sorpresa fue que antes de llegar al máximo, se produjo una explosión que abrió un gran orificio en el fuselaje y despresurizó el avión.