Este año el festival, que empieza el próximo miércoles, amenaza con ser más triste. Según las organizaciones tibetanas en el exilio, las autoridades chinas arrestaron esta semana a una veintena de tibetanos que salieron a la calle para mostrar su apoyo a su líder espiritual, el Dalai Lama, y pedir el boicot del Año Nuevo. Para la minoría tibetana, el boicot a las celebraciones del Losar es una forma de expresar el luto por los fallecidos durante las revueltas en Lhasa el año pasado, y por la represión que sufren desde entonces.