Seúl'88 marca la hoja de ruta, más concretamente la selección brasileña y, por supuesto, su líder espiritual. Con Oscar Schmidt Bezerra, aquella selección fue una máquina de anotar, de resultados de infarto, y dejaron para el recuerdo aquel encuentro de la primera fase ante Egipto en el que lograron un escandaloso 138-85, la victoria más abultada de la historia olímpica. Pero a Estados Unidos le sobraron 4:26 segundos para batir tal récord.