Joan Laporta tiene dos cargos públicos, pero la sociedad civil catalana le ha condenado al olvido. Al final, resultó que no era Kennedy, ni Reagan, ni Berlusconi. El ex presidente del Barcelona, simplemente, forma parte de esa masa gris y burocrática del entramado político. Apartado de los órganos de poder, frustrado ahora que los focos apuntan a otra dirección, y con ganas de recuperar ese papel de líder de masas que nunca pensó que perdería después de haber llevado al Barcelona a los mejores años de su historia.