Hay quien la califica como la fuerza más destructiva de la evolución humana, pero se le puede hacer frente (sin aniquilarla) si uno se lo propone. La estupidez, como oposición a la tan admirada inteligencia, permanece inalterable pese al paso de los años. "No es una enfermedad, es una parte normal del ser humano. Pero es también una seria y peligrosa disfunción", explica a ADN Giancarlo Livraghi, filósofo italiano que ha dedicado gran parte de su vida al estudio de "la torpeza notable en comprender las cosas". El inmovilismo de la rutina...