Un Estado que, de manera sistemática y arbitraria, utiliza a sus perros, las Fuerzas de (in)Seguridad para reprimir y asesinar no solo a quién ose alzar la voz contra él, sino ya contra cualquier persona de manera indiscriminada, como en los peores tiempos del fascismo, no puede ni debe representarnos a nosotros: trabajadores, campesinos, estudiantes, inmigrantes, jubilados, en definitiva, al pueblo.